El Espíritu Navideño
Siendo las cuatro de la tarde mi mamá me mandaba a bañar y la siesta era obligatoria. ¡Si no dormís la siesta no vas a poder quedarte despierto toda la noche! me decía, y mi cerebro se ponía de acuerdo con mi ansiedad para no dejarme pegar un ojo pero luego de varios intentos dormía dos horitas.
La excitación que tenia iba a dejarme disfrutar de esa noche que espere durante doce meses. Todo aprobado en el cole, buenas notas, me porté bien durante todo el año y le hice caso a mis papás (en algunas ocasiones jajaja).
Llegaba la hora de vestirme, papá y mamá habían comprado con anticipación ropa y zapatos para estrenar, ya cambiado y listo para la misa el reloj apenas marcaba las siete de la tarde. De apoco íbamos saliendo de casa para llegar a tiempo a la iglesia y poder agarrar un lugar cerca del pesebre, previa a la Gran Misa de Noche Buena, esperando con ansias el nacimiento del niñito Jesús.
Afuera se escuchaba música, un ritmo distinto en cada casa de la cuadra, la gente de buen ánimo cantaba y bailaba en el patio de sus hogares. Nueve de la noche y ya comenzaba el lío, que ese es mi lugar, que yo me siento acá, que en la punta estaba yo, en fin, siempre faltaba una silla o un cubierto, los vasos algunos que otro compartíamos. Al fin y al cabo ese era el espíritu de la Navidad, compartir con nuestros seres queridos, desde un vaso hasta un abrazo, eso si...en la mesa podía faltar de todo menos un plato. Siempre había uno de más para quién se quería sumar a nuestra loca familia. Había manjares en cada rincón de la mesa.
Diez de la noche, todos acomodados y la mesa servida. ¡A COMER!. Diez y cuarto ya habíamos terminado. Pasa en las mejores familias. Dos horas quedaban para las doce de la noche, los adultos reían y contaban anécdotas que los más chicos ya sabíamos de memoria, aún así nuestra preocupación estaba en otro punto de la fiesta. Aparte de rezar todos juntos frente al pesebre, saludando al niñito Jesús, teníamos que agarrar a Papá Noel en el momento justo en que ponía los regalos al lado de las frutas frente al pesebre. Ansiedad y nervios a ver si se habrá acordado lo que le pedí o me traerá lo que se le cante pensaba.
El tiempo transcurría y de repente las mujeres cambiaban platos sucios por pan dulce y postres. Un par de sidras y el infaltable coctel. ¡Ya estábamos a nada!.
Doce menos cinco todos a agarrar sus copas, los niños con gaseosa obvio. No sé en que segundo me descuidé, si fue sirviendo mi copa o poniendo Canal 9 en la tele para la cuenta regresiva pero el gordo chanta me había ganado de mano otra vez. El arbolito estaba repleto de regalitos muy bien distribuidos y con nombre de cada uno para que no haya inconvenientes. De mas grande entendí la eficiencia de Papá Noel.
10...9...8...7...6...5...4...3...2...
Nooo paraaa! Mi reloj dice que faltan quince minutos. Ah el mio dice que ya son doce y cinco, y mientras algunos discutían la hora exacta en Telefuturo ya estaban por comer pan dulce. Ahora si...suena la serenata en la radio.
5...4...3...2...1...
¡Feliz Navidad!
El ruido de la sidra por todos lados. Los más "alegres" de la familia que nos besuqueaban todo y muchísimos abrazos. ¡Ahora siiii! ¡Llegaba el momento que tanto había esperado!.
Luego de eso lo que todos ustedes ya saben: música alta, baile, karaoke, seguir explotando bombitas; siempre se sumaban algunos vecinos, era fiesta en toda la cuadra. Ir a saludar de casa en casa a amigos y familiares, los niños jugando en las calles y lo más importante y lindo de todo. ¡LA FAMILIA COMPLETA!
En esta navidad voy a brindar por eso, por mi hermosa infancia, por mis hermosas navidades y pedir mientras levante mi copa...
Que algún día, antes de partir, Dios me permita leer algo similar escrito por mi hijo.
Recuperemos el espíritu navideño que nos dejaron los que hoy, nos miran desde arriba ♥
¡Chin Chin... y que pasen una Feliz Navidad!
#estoesOndaPejotera
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